Úbeda:
Fecha de visita: 27/09/2013
Lugar: Restaurante Cantina la
estación
Dirección: Cuesta Rodadera 1
(Úbeda)
Tipo de local: Restaurante
Precio medio: Medio alto
Calidad: Alta
Tipo cocina: Creativa
Vinos: Amplia bodega (Especialidad
en vinos de todo el mundo)
Instalaciones: Zona de barra y
salón ambientado como si se tratase del interior un tren
Los Amigos del Santo Reino en el restaurante
“Cantina la estación”
El
día 27 de septiembre, coincidiendo con la inauguración de la Feria de San
Miguel, los Amigos del Santo Reino nos desplazamos hasta la ciudad de Úbeda,
Patrimonio de la Humanidad. Tras un reconfortante paseo por las calles de la
bellísima ciudad de La Loma, que no está empañada ni siquiera cuando el sol se
esconde tras las nubes como sucedió ese día, acudimos hasta el Restaurante
Cantina la Estación, con la intención de comprobar por nosotros mismos si el
mismo tiene bien ganada su cada vez mayor fama.
La
entrada al restaurante no te hace presagiar lo que te puedes encontrar a
continuación, pero una vez que abandonas la pequeña zona de barra en la que
poder tomar una cerveza con amigos, la sensación cambia y la expectación va
creciendo. Pasar por delante de la bodega, camino del comedor, te hace suponer
que te encuentras en un sitio de categoría, atendiendo, simplemente y, ni más
ni menos, que a la cantidad de vinos que aguardan pacientes y en el ambiente
ideal a ser maridados por Ché, el responsable del Restaurante junto con su
esposa Montserrat de la Torre, dueña y señora, nunca mejor dicho, de los
fogones del mismo.
Y
cuando llegas al comedor definitivamente piensas que has acertado con la
elección: decorado como si el vagón de un tren clásico se tratara, al sentarte
a la mesa esperas encontrarte, sentado en la mesa de al lado, con Hércules Poirot
intentando resolver alguno de los misterios planteados por Agatha Chirstie o
con el desfile de cualquiera de los personajes que en su día viajaran a bordo
del Orient Express.
Y
en lugar de eso, y tras probar una selección de los mejores aceites de la provincia,
comenzó un desfile de platos de cuidada elaboración y que resultaron ser un
auténtico placer tanto para la vista (la presentación de todos y cada uno de
los platos es, simplemente, sensacional) como para el paladar. Comenzamos
degustando una falsa aceituna de sosa rellena de queso idiazábal y anchoas, que
llegaron a nuestra mesa presentadas sobre una piedra y engarzadas entre sí con
unos tallos de olivo; los amantes del queso, supieron apreciarlo; los amantes
de la anchoa, la paladearon; y aquellos que gustamos de ambas cosas,
simplemente nos deleitamos. Para acompañar este aperitivo, un vino dulce
delicioso.
El
segundo de los aperitivos consistió en una falsa cereza de foie sobre tierra de aceite de oliva y mermelada de
violetas, acompañada en esta ocasión por un vino espumoso del Penedés con un
toque de manzanilla y su sabor, al ser degustada con tostaditas de pan, no hizo
sino incrementar nuestro apetito y nuestras ganas de seguir disfrutando.
A
continuación, tartar de atún macerado con salsa soja y miel, acompañado por un
vino blanco alemán realmente sorprendente, y seguidamente, según mi humilde
opinión, el plato mejor y más sabroso de cuantos probamos: pulpo frito sobre
lecho de rin-rán, con pelitos de chili y papel de chipirón. Todos los sabores
que usted, querido lector, se está imaginando de dichos ingredientes, mezclados
en el paladar y una textura deliciosa del pulpo cocinado en su justo punto
hacen que el tiempo casi se detenga, y parafraseando una conocida canción,
sientas que estás viviendo casi una experiencia religiosa, precisamente en la
ciudad en la que falleció el religioso y poeta místico San Juan de la Cruz.
El
deleite continuó con fideuá de ibérico sobre carpacho de vieira macerado en
salsa americana y gamba con mahonesa de fruta de la pasión, plato no apto para
aquéllos que no disfruten de la comida poco hecha, pero igualmente de un sabor,
en esta ocasión por los contrastes de sus componentes, inigualable. Y cuando
aun paladeábamos el sabor de la fideuá, un plato que llama la atención por su
sencillez y sus raíces clásicas, bacalao con perlas de aceite de oliva, huevo a
baja temperatura, sopón de ajo e infusión de ajo: bacalao, aceite, huevo y ajo,
ingredientes sencillos y humildes, mezclados conformando una especie de sopa y
que resultó una auténtica delicia, todo ello acompañado en esta ocasión por un
vino de la zona de Madrid, con un nombre muy llamativo: El hombre bala.
Y
como toda buena comida, antes de pasar a los postres, también tuvo su ración de
carne, concretamente cuello de cordero relleno de mollejas, morcilla de caldera
y setas, todo en su jugo con un toque de manzana y acompañado por un vino de la
vecina Granada, un plato contundente y sabroso, de una carne cada vez menos
habitual en nuestras mesas pero igualmente sabrosa como es la de cordero.
Como
colofón, el postre, o mejor dicho, los postres: en primer lugar espuma de
Camins del priorat sobre galleta de chocolate y queso, con una presentación
sugerente y un intenso sabor, y entre una y otro, el disfrute que constituye
tener que “destruir” la presentación para que todos los elementos de dicho
postre se mezclen en el vaso antes de poder paladearlo; y por último, otro
sabroso postre como resultó ser una crema de leche con galletas. Y para
acompañar los postres, otro vino exótico, de origen sudafricano con el que
brindar por poder disfrutar en nuestra provincia de un restaurante como Cantina
La Estación, una auténtico placer y deleite desde cualquier punto de vista, que
a buen seguro no tiene nada que envidiar a restaurantes de grandes ciudades y
grandes listas de espera y que lo tenemos todos los jaeneros en la bellísima
ciudad de Úbeda como una cita ineludible para disfrutar de una Comida con
mayúsculas.
Francisco
Quesada.